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CORAZÓN MECÁNICO


  En el Décimo Congreso de Cirugía Cardiovascular, inaugurado el lunes 11 de junio en el Hotel Meliá Botánico del Puerto de la Cruz, al que asistieron doscientos cincuenta especialistas de todo el mundo, además de analizar, en su transcurso, los estudios estadísticos de los trasplantes de corazón en España, así como la casuística nacional, que es bastante importante, y de analizar también otros temas que preocupan a los cirujanos, como la Cirugía reiterativa y la Cirugía cardíaca del anciano, se efectuó la presentación del PRIMER VENTRICULO ARTIFICIAL, elaborado con patente española.
  Aunque parezca mentira, esta aportación de la Ciencia acerca a la realidad el anhelo del enamorado canario que, en su malagueña, cantada con aire de pasodoble, decía:


  Un corazón de madera

  tengo que mandar hacer,

  que no sienta ni padezca

  ni sepa lo que es querer.
 

  Dejando aparte las causas que motivaran el deseo del cantor, hemos de considerar que un corazón de tal naturaleza sería de gran beneficio para muchas personas sufrientes, no por enfermedad, sino por dolencias anímicas que trastornan su paso habitual, descompasando su vida con el ritmo impuesto por la dinámica social y el propio correr de los tiempos.
  Esta noticia produce cierto entusiasmo, y, a quienes trabajamos en el Hospital Universitario de Canarias, nos induce a erguirnos en la pretensión de que seremos los primeros en gozar de esa ventaja que supone un corazón mecánico, más vivo que si fuera de madera, pero imperturbable también a los altibajos de moral provocados por problemas familiares, complicaciones laborales o dificultades de tráfico, experimentadas al introducirnos en las calles de Santa Cruz, lo mismo a pie que en coche, para pasear tranquilamente o realizar cualquier diligencia que con relativa urgencia se ofreciera.
  Con un corazón de esta suerte se evitará un soponcio de muerte a quien se le comunique su cese inmediato, por muchas que sean las razones aducidas para explicar tamaña decisión por parte de la Dirección del Centro. Será aliviado en su sofoco aquel que enfadado reclame el dinero que le falta al advertir reducción en su hoja salarial. Recibirá su despido con resignación quien, con infundado optimismo, veía aproximarse la fecha de expiración de su contrato.
  Así pues, tendríamos que enumerar todos los beneficios que se pudieran obtener con un corazón artificial, para que técnicos y científicos activaran su puesta en el mercado, de forma que con prontitud tuviéramos acceso a su máximo provecho.
  Cabe preguntarse, sin embargo, si una vez inmunes a cuantas quiebras nos afectaran personalmente, no quedaríamos asimismo insensibles ante los males y desventuras susceptibles de ser padecidos por nuestros semejantes.

JOSÉ RIVERO VIVAS
SANTA CRUZ DE TENERIFE, 1990

 

'La vida es un continuo irse fuera.'

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